Tomás Vidiella (Q.E.P.D.), por Jorge Salomó Flores
Conocí a Tomás Vidiella en los años ’80. Trajo al Teatro Municipal de Viña del Mar la exitosa producción de “Cabaret Bijoux”, dirigida por él y en que actuaba representando a Totó, personaje travesti que junto con el sello de humor característico de Vidiella, puso en el tapete una temática en tiempos difíciles, con valentía y visión de la materia que hoy es parte de nuestros conflictos.
La obra terminaba con Tomás Vidiella desnudo en escena, cubriendo con un sombrero de tongo sus genitales, recibiendo una larga ovación, con las aposentadurías del recinto copadas. La ovación se hacía más sonora y jocosa cuando Vidiella levantaba sus brazos para saludar, dejando el sombrero de tongo sostenido por una erección viril que todos sospechaban tras los alardes de libertad con que Tomás seguía moviéndose y saludando, sin ninguna preocupación por el sombrero protector.
El Cabaret reflejaba las contradicciones de la vida nocturna, con actuaciones de Consuelo Holzapel, Remigio Remedy y Alejandra Flores, entre algunos de los actores de aquella época en que las tablas fueron refugio con producciones de Nissim Sharin, Juan Radrigán, Fernando Gallardo, Carlos Beker y tantos directores, guionistas, actores y actrices que dieron vida a un teatro urgente, necesario, imprescindible. Tomás Vidiella era garantía de “tablero vuelto” y el cariño del público se expresaba en la admiración cautivante por su humor sabroso y su picardía incomparable.
La temática de roles principales con protagonistas que ocultan su verdadero género se resaltó en 1982, en dos películas entretenidas y magistralmente representadas como “Tootsie”, con la actuación de Dustin Hoffman y Jessica Lange, y “Víctor Victoria” con Julie Andrews y Robert Preston. Lo genial es que Tomás Vidiella trabajó con este tema casi una década antes, mostrando su capacidad visionaria para plasmar materias controvertidas con agudeza no exenta de risa.
En aquella época, yo iniciaba mis actividades en la Escuela de Bellas Artes. Por la gentileza y cariño de Carlos Ansaldo, recibí la invitación para ver la obra y compartir con Vidiella una alegre e inolvidable cena. Por cierto, con chistes que nos hicieron reír hasta las lágrimas, y con el humor espontáneo de Tomás, agudo, certero, mordaz. Desde entonces, Tomás Vidiella se convirtió en un protagonista teatral de muchas realizaciones nacionales, que a Viña del Mar trajo nuestra recordada productora Eliana Videla. La última vez que pude disfrutar de su humor fue en el Teatro “Nescafé de las Artes”, con la presentación de “Viejos de mierda”. En la obra, con Coco Legrand y Jaime Vadell daban cuenta de las ironías en torno a la fila para obtener un bono de atención médica. Una hilarante puesta en escena para denunciar el surrealismo superlativo que ronda en muchos abusos consecuentes a las normas del mal llamado “sistema de protección social”.
Tomás Vidiella falleció por el COVID, pero murió en su ley. En las tablas, preparando su próximo estreno, para llevar risas a la gente y atender la salud mental del público en tiempos de incertidumbre. Gracias Tomás, porque trajiste alegría a nuestras vidas, tu protagonismo cautivante seguirá alimentando las producciones de teatro inteligente y democrático que tú lideraste con tu talento y tu carisma.