Una gran cantidad de visitantes registró la exposición de “Homenaje a Marko Molina, viaje en espiral” que culminó el viernes 24 de septiembre en la Sala Viña del Mar, ubicada en Avda. Arlegui 683.
Grabados, óleos, collages y técnicas mixtas formaron parte de esta muestra que abarcó los mundos imaginarios del recientemente fallecido artista visual, con una propuesta surrealista en diversas técnicas y formatos que cultivó a lo largo de su destacada trayectoria.
El curador y gestor cultural Eulogio Rojas manifestó su satisfacción “por el interés que tuvo la exposición de distintos públicos y de los estudiantes diversas carreras de las universidades de la zona mediante las visitas mediadas que me tocó guiar en la sala. Lo más interesante fue que hubo personas que enviaron cartas solicitando que se prolongara la muestra, por lo que duró un mes adicional a lo que estaba programada”.
Al respecto agrega que “fue una actividad en que se unieron muchas voluntades para difundir la vida, obra y el legado de Marko Molina, con la participación de la Corporación Cultural de Viña del Mar, Casaplan, el Centro del Grabado de Valparaíso, la Asociación de Grabadores de Concepción, el Museo Universitario del Grabado y del Museo Baburizza y la Seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio”.
La muestra reunió obras producidas desde el año 1986 como el caso de “Retrato de meu nacimento”, litografía ganadora del Premio de Honor de la VIII Muestra de Grabado de la Ciudad de Curitiba en Brasil, continuando en un mapeo cronológico que le permitió transitar durante años por sus senderos surrealistas.
Emilio Molina, hijo del expositor, señaló que “muchos de mis primeros dibujos poseen una marcada influencia en él, ese afán de colocar e interconectar una gran cantidad de elementos llenos de simbolismos sobre un determinado fondo, como un rompecabezas, como el mismo solía describir su propia obra. Esto normalmente iba de la mano con profundos procesos de observación, tanto de otros artistas, sean fotógrafos, pintores, como de la propia naturaleza y sus múltiples manifestaciones. Sus obras son, creo, una síntesis de todo aquello que él observaba, que le llamaba la atención, el cuerpo humano, la naturaleza, los animales, la arquitectura”.
La modalidad de trabajo de Marko la inicia imaginando una trama, como un mapa que se va construyendo paso a paso. A través del dibujo o de una fotografía que ha capturado un determinado momento cargando recuerdos y simbolismos comienza a trazar un abanico de posibilidades para llegar a un territorio que existe o imagina que existe.
Por su parte, Constance Harvey, Seremi de las Culturas destaca que “la partida de los artistas son pérdidas irreparables, dejan un vacío tremendo, imposible de suplir, pero también nos dejan sus maravillosas creaciones, que los inmortaliza y que de alguna forma los mantiene con nosotros”.
Nacido en 1960 en Santiago, estudió pintura en la Universidad de Chile en los años 80, después tuvo una residencia de cinco años en Brasil, pasó por la Universidad Federal de Rio de Janeiro y terminó haciendo prácticamente 3 años un taller de litografía. Después estuvo en Alemania y en los años 90 volvió a Chile y se situó en la Región de Valparaíso. Desde ahí comenzó a relacionarse con artistas de la zona y en Santiago también trabajó en el Taller 99 en el año 94 y realizó destacadas exposiciones nacionales e internacionales.
“Marko pasó por todas las disciplinas y sus distintas manifestaciones, viajó de la pintura a los títeres, hizo grabado, hizo academia, formó nuevas generaciones, se entregó por completo al arte y la cultura, también se entregó a las personas, a crear lazos fuertes, sólidos…”, enfatizó Rafael Torres, Director del museo de Bellas artes de Valparaíso.